La Habana, 3 sep (PL) A unos meses del estreno de su quinta temporada, la serie televisiva House of Cards (Castillo de Naipes) continúa en la preferencia de grandes audiencias y goza del favor de la crítica especializada.
Su lanzamiento en 2013 significó para Netflix, su productora, la ganancia de millones de suscriptores en Estados Unidos y en otras partes del mundo y la posibilidad de diferenciarse del resto de las cadenas televisivas.
La expansión de la plataforma en streaming -que antes de 2009 entregaba a domicilio películas en formato DVD- se produjo una vez que comenzó a utilizar los datos sobre los hábitos de consumo de sus suscriptores y un modelo matemático.
Conocida como Big Data, esa herramienta le permite a Netflix y a otras compañías dedicadas a la generación de contenidos audiovisuales, incluidos los estudios cinematográficos, desarrollar un algoritmo para ajustar las tramas al público en atención a los horarios en que ven series o películas, los dispositivos que usan y los tipos de búsquedas.
Sin embargo, en el caso de House of Cards, el análisis de los datos recogidos de Internet y especialmente de las redes sociales fue un paso más adelante y sirvió no sólo en su concepción inicial sino en su producción y su lanzamiento.
En la búsqueda de un producto original, hecho a la medida de sus usuarios, Netflix se basó en las valoraciones positivas de la versión británica de House of Cards y en las preferencias por materiales dirigidos por David Fincher, uno de los productores ejecutivos de la serie, y en aquellos protagonizados por Kevin Spacey.
Sumado a esto, la popularidad de los thrillers políticos terminó por impulsar a la compañía a invertir más de 100 millones en la compra de los derechos de la serie y adoptar estrategias diferentes de distribución como presentar todos los capítulos de una temporada a la vez, de manera que pudieran verse al igual que una película.
En otros casos, la interpretación de resultados se ha empleado en cálculos para aumentar la rentabilidad, de ahí que se favorezcan la producción de remakes, secuelas, precuelas, spin off, en detrimento de la creación de productos inspirados en un nuevo argumento; o bien para el diseño de publicidad.
De acuerdo con las tendencias actuales, el Big Data puede cambiar la forma en la cual se exhibe el cine y la televisión, aunque las decisiones basadas única y exclusivamente en datos pueden desencadenar en un rotundo fracaso.
Al momento del estreno de House of Cards, Ted Sarandos, director de contenidos, explicó que las decisiones creativas de la empresa se tomaban en base a un 70 por ciento de información, mientras el 30 restante era juicio humano.
De acuerdo con esta tendencia, el cofundador y director ejecutivo de Netflix, Reed Hasting, prevé que en poco menos de dos décadas la televisión clásica desaparecerá.
Películas, series, incluso las retrasmisiones deportivas, se llevarán a cabo a través de aplicaciones e Internet, y se podrá buscar una determinada perspectiva de cámara, entre otras prestaciones.
De momento, el análisis de datos amenaza con desplazar a productores, guionistas y creativos, la era de los audiovisuales creados por androides parece más una cuestión de tiempo que una utopía, sólo resta averiguar si sus creaciones provocarán las reacciones que los clásicos suelen arrancar del público.
Big Data: ¿televisión a la medida?
Por Alain Planells Carballo